Muchos de los primeros logros del Renacimiento ocurrieron en Italia, pero los reyes, nobles y comerciantes de toda Europa querían unirse a esta tendencia. Al mismo tiempo que Francisco I invitaba a Leonardo a trabajar en Francia, los artistas del norte de Europa visitaron Italia y regresaron a sus países llevando las nuevas técnicas. En alemán Alberto Durero (1471-1528), por ejemplo, estuvo en Italia en 1904 y nuevamente de 1505 a 1507. Por esa época, muchas ideas del renacimiento ya se habían diseminado por toda Europa, gracias al desarrollo de la pintura.
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