A los cristianos les gustaba decorar el interior de sus iglesias con esculturas en madera (conocidas como tallas), mosaicos, pinturas y vitrales de muchos colores que les hacían más luminosas, ricas y llenas de magia. Los monjes, especialmente en el norte de Europa, crearon bellas pinturas en pequeña escala para los manuscritos-miniatura. Las pinturas a gran escala, sin embargo, también se realizaban con frecuencia. Muchas de ellas eran frágiles y fueron destruidas por el tiempo y la humedad. En el siglo XII, un cambio ocurrió en Italia, cuando algunos artistas procuraron dar una nueva inspiración y vivacidad a las pinturas de gran tamaño, usando técnicas como el fresco y el temple. En el fresco, la pintura era aplicada directamente en las paredes cuando el yeso aún estaba húmedo. La pintura al temple, en cambio, se aplicaba sobre una base seca.
Pinturas Murales
Uno de los primeros maestros en usar la técnica del fresco fue un artista de Florencia, Italia, llamado Giotto di Bondone y conocido simplemente como Giotto (1267-1337). Fue el autor de dos famosas series de pinturas. La primera de ellas está en la capilla de Arena, construida por un rico comerciante llamado Enrico Scrovegni y ubicada en la ciudad de Padua, cerca de Venecia. Está serie de frescos ilustra escenas de la vida de la Virgen María y de la Pasión de Cristo. La segunda serie, retrata la vida de san Francisco (1181-1226) en la basílica dedicada a este santo, la cual se encuentra en la ciudad Italiana de Asís. Las dos series de frescos crean un efecto de majestuosidad. Es como si las paredes de la iglesia estuvieran cubiertas de un papel tapiz multicolor, pero en el que los motivos no se repiten. Las figuras pintadas narran una historia como en una historieta. Pero lo que distinguió a Giotto de los demás artistas, fue la nueva emoción y el dramatismo que agregó a sus pinturas.
Antes de él, los artistas se conformaban con pintar imágenes planas, más convencionales. Las figuras de Giotto, en cambio tienen volumen y parecen más solidas, tridimensionales, con rostros individualizados pintados cuidadosamente y vestimentas de aspecto realista. Ellas parecen personas de verdad. Giotto influyó profundamente en las siguientes generaciones de pintores florentinos y muchas tradiciones de la pintura europea se originaron en su obra. Él es citado frecuentemente como el primer gran artista en la historia del arte europeo.
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